martes, 8 de mayo de 2012

INSOMNIO


El Sol se ha puesto, llega la noche y con ella las pesadillas, este inefable trastorno del sueño que atormenta mi ser con visiones macabras del pasado. Hace tanto tiempo que me persiguen y el esperar su llegada cada noche se ha vuelto parte de mi insana rutina. El día transcurre lento y enfermizo, me aferro a la luz como un agónico a la vida, sin embargo es inevitable, sé que regresarán.

Espero su arribo con inusitada impaciencia, la reclusión en este sanatorio ha conseguido revelar mi faceta masoquista, esta noche será distinta. Por fin, la figura encapuchada cruza el umbral de mi celda, se acerca con pasos que hielan mi sangre y trastornan mis sentidos. Pienso en ti mi amor y el recuerdo de tu mirada me brinda la fuerza para enfrentar al espectro. El vidrio de mi ventana se quiebra y arremeto contra aquella sombra en medio de un frenesí demencial, la sangre hace que mi visión se torne escarlata y lo disfruto, hasta que de entre el diluvio carmesí surge el lánguido brillo de tus ojos y se extingue lentamente.


¿Qué he hecho? ¿No era todo parte de un sueño lúcido? El terror que me invade no es ficticio, escucho mis gritos desgarradores resonar en toda la habitación y despierto. A mí alrededor aparecen de nuevo los guardias, me aprisiona la camisa de fuerza y regreso al artificial letargo que proporciona la morfina.

Las pesadillas son tan reales como la vida misma...

Leunamägo

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